Cualquier mamífero que se lame una zona donde ha recibido un golpe, comprende instintivamente que al aumentar la irrigación sanguínea, disminuye el dolor. Ésta aceleración del torrente sanguíneo, combinada con la presión directa de la lengua, dispersa por todo el cuerpo las acumulaciones de toxinas estancadas.
Todo esto quedó demostrado hace un siglo en un experinmento efectuado con dos conejos a los que
se les inyectó tinta china, después ambos fueron devueltos a sus jaulas para que llevaran una vida normal, realizando los médicos masajes regulares en la zona inyectada sólo a uno de ellos.
Por causas ajenas los animales un mes después fallecieron y los mismos médicos al no saber la causa en sus investigaciones, decidieron hacerles la autopsia, siendo una sorpresa para ellos que los músculos próximos a la zona del pinchazo del conejo masajeado, no presentaba tinta ni manchas, y sin embargo el que no había sido masajeado por ellos si tenía en esa zona rastro de ésta.
Los movimientos iniciales del masaje, siempre en dirección del corazón, movilizan los residuos concentrados en los músculos y los dispersan.
Cualquier persona que se interese por su estado de salud puede sacar sus propias conclusiones, evidentemente sin llegar a este método.
Namasté
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